El supuesto «genocidio» blanco que denunció Trump en tensa reunión con el presidente de Sudáfrica

El Mandatario estadounidense defendió su decisión de darle estatus de refugiados a varias familias afrikáners. El Gobierno sudafricano rechaza tajantemente las acusaciones.

WASHINGTON – El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, protagonizó el miércoles un tenso encuentro con su homólogo sudafricano, Cyril Ramaphosa, en la Casa Blanca, durante el cual proyectó un video para denunciar un supuesto «genocidio» contra la minoría blanca afrikáner, una acusación que el líder africano rechazó categóricamente.

El tema central del encuentro fueron las denuncias de presunta persecución racial en Sudáfrica, promovidas por la Administración de Trump y por el empresario Elon Musk, nacido en el país africano. Aunque su Gobierno ha recortado drásticamente los programas de acogida, recientemente otorgó estatus de refugiados a varias familias afrikáners (sudafricanos blancos descendientes de colonos neerlandeses).

Tras un cordial saludo, la tensión en el Despacho Oval estalló cuando la prensa preguntó por la reciente llegada de refugiados afrikáners. Trump insistió en su teoría de que esta minoría sufre una persecución y exigió explicaciones a su interlocutor. Esto, pese a que las personas blancas poseen la mayor parte de las tierras en Sudáfrica aunque representan solo el 7,3% de la población.

«En general, son agricultores blancos que huyen de Sudáfrica, y es muy triste verlo. Espero que podamos tener una explicación», declaró ante los medios.

Ramaphosa respondió con firmeza que no existe ningún «genocidio afrikáner», e instó a Trump a escuchar al pueblo sudafricano para desmontar esa narrativa. «

Si realmente hubiera un genocidio contra los agricultores afrikáners, te aseguro que estas personas no estarían aquí, incluido mi propio ministro de Agricultura», afirmó señalando a su delegación, que incluía a miembros de esa comunidad.

Trump insistió en que existen «miles de historias» que confirman la persecución y ordenó la proyección de un video de casi cinco minutos. Ahí se puede ver al legislador opositor de extrema izquierda Julius Malema candando «matemos al bóer, matemos al agricultor», parte de un cántico de la época del Apartheid cuando se combatía el dominio de la minoría blanca.

El video concluyó con una protesta en Sudáfrica en la que se instalaron cruces blancas a lo largo de un camino rural para representar las muertes de agricultores, aunque Trump dijo erróneamente que representaban sus tumbas.

«Me gustaría saber dónde es eso, porque yo no lo he visto», comentó el Presidente sudafricano tras observar, incómodo, las imágenes.

Ramaphosa subrayó que, si bien la delincuencia es un problema en Sudáfrica, la mayoría de las víctimas de la violencia «no son blancos, sino negros», y recordó que aunque la Constitución protege la «inviolabilidad de la propiedad de la tierra», su Gobierno también tiene el derecho de expropiar terrenos para uso público.

«Los están ejecutando, y resulta que son blancos, y la mayoría agricultores. Es una situación difícil. No sé cómo se explica», insistió Trump.

En un momento de la discusión, Ramaphosa llegó a bromear afirmando que no tiene «un avión para darle», en referencia al regalo que Catar le hizo a Trump y que Estados Unidos aceptó este miércoles formalmente.

La tensión solo comenzó a disiparse tras la intervención de los emblemáticos golfistas afrikáners Ernie Els y Retief Goosen, quienes formaban parte de la delegación sudafricana. Ambos, admirados por Trump, evitaron respaldar las denuncias de genocidio.

Una vez finalizada la reunión, el presidente Ramaphosa comentó que no piensa que Trump creyera realmente que se está produciendo un genocidio a pesar del video: «Al final, creo que en su cabeza hay dudas e incredulidad sobre todo esto», dijo.

Historial de tensiones

La reunión entre Trump y Ramaphosa se celebró en medio de crecientes tensiones diplomáticas entre sus países. En febrero, el Presidente estadounidense suspendió todo el financiamiento a Sudáfrica por algunas de sus políticas internas y exteriores. La orden criticó al gobierno africano en múltiples frentes, diciendo que está persiguiendo políticas antiblancas en casa y apoyando a «actores malos» en el mundo como Irán y el grupo palestino Hamás.

Las referencias del gobierno de Trump sobre los afrikáneres también han promovido las afirmaciones previas hechas por el asesor del Mandatario nacido en Sudáfrica, el magnate Elon Musk, y por algunos comentaristas conservadores en torno a que el Gobierno sudafricano está permitiendo ataques a agricultores blancos en lo que equivale a un genocidio.

El propio Musk, que también estuvo en la reunión del miércoles, ha estado a la vanguardia de la crítica a su país natal y ha señalado que sus leyes de acción afirmativa son racistas contra los blancos.

El magnate ha dicho en las redes sociales que su servicio de internet satelital Starlink no puede obtener una licencia para operar en Sudáfrica porque no es de raza negra.

Las autoridades sudafricanas, por su parte, dicen que Starlink no ha solicitado formalmente. Puede hacerlo, pero estaría sujeto a las leyes del sector de las comunicaciones que requieren que las empresas extranjeras permitan que el 30% de sus subsidiarias sudafricanas sean propiedad de accionistas que sean de raza negra o de otros grupos raciales desfavorecidos bajo el apartheid.

El Gobierno sudafricano dice que sus antiguas leyes de discriminación positiva son una piedra angular de sus esfuerzos para corregir las injusticias del gobierno de minoría blanca del apartheid, que negó oportunidades a los negros y otros grupos raciales.

Los problemas del Gobierno estadounidense en relación con las políticas sudafricanas van incluso más allá de las inquietudes sobre los agricultores blancos.

Sudáfrica también ha enfurecido a la Casa Blanca de Trump por su acción de presentar cargos contra Israel en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), acusándolo de genocidio contra los palestinos de la Franja de Gaza. Ramaphosa también ha enfrentado escrutinio en Washington por sus conexiones pasadas con MTN Group, el segundo mayor proveedor de telecomunicaciones de Irán que a su vez posee casi la mitad de Irancell, una empresa conjunta vinculada con el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica.

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