El Reino Unido enfrenta la peor amenaza militar desde la Guerra Fría, según su primer ministro
El primer ministro Keir Starmer mencionó la “creciente agresión rusa” al presentar sus ambiciosos planes de rearme, que incluyen la construcción de hasta 12 submarinos de ataque.
LONDRES – El primer ministro británico, Keir Starmer, prometió el lunes llevar a su país a un estado de “preparación para la guerra”, anunciando planes para construir hasta 12 nuevos submarinos de ataque e invertir miles de millones de libras en armamento, con el fin de fortalecerse para un mundo atrapado entre una Rusia hostil y agresiva y un Estados Unidos que se retrae.
El ambicioso rearme forma parte de una revisión estratégica de la defensa llevada a cabo por el gobierno, que describió el nuevo y amenazador panorama y pidió que se aumente la producción de drones y se acumulen más municiones y equipos.
“La amenaza que enfrentamos ahora es más grave, más inmediata y más impredecible que en ningún otro momento desde la Guerra Fría”, dijo Starmer el lunes en un astillero de Glasgow. Señaló “la guerra en Europa, los nuevos riesgos nucleares, los ciberataques diarios” y “la creciente agresión rusa” en aguas y cielos británicos.
Como para subrayar su inquietante mensaje, Starmer presentó sus planes horas después de uno de los bombardeos aéreos más intensos de los tres años de guerra en Ucrania, en el que drones ucranianos atacaron bases aéreas en lo profundo del territorio ruso.
La revisión estratégica, encabezada por George Robertson, ex secretario general de la OTAN, se estableció el año pasado, poco después de que Starmer ganara las elecciones generales. Sin embargo, su labor ha adquirido una renovada urgencia ante las crecientes pruebas del debilitamiento del compromiso del presidente Donald Trump con la seguridad europea y su actitud ambivalente y, en ocasiones servil, hacia el presidente de Rusia, Vladimir Putin.
Entre sus recomendaciones: la adquisición de hasta 7000 armas de largo alcance de fabricación británica y la creación de un nuevo cibercomando, junto con una inversión de mil millones de libras, equivalentes a 1350 millones de dólares, en capacidad digital. Se invertirá dinero en la protección de infraestructuras submarinas británicas críticas, así como en drones, que han demostrado su gran eficacia en la guerra en Ucrania.
Se destinarán más de 1500 millones de libras de financiación adicional a reparar y renovar las viviendas de los militares para contribuir al reclutamiento y la retención en el ejército británico, donde el número de efectivos ha caído al nivel más bajo desde la era napoleónica.
“Esta es la revisión de la defensa más ambiciosa desde hace una generación. Tenía que serlo”, afirmó Malcolm Chalmers, subdirector general del Real Instituto de Servicios Unidos, una organización de investigación en Londres. El Reino Unido, dijo, “enfrenta simultáneamente dos retos fundamentales, uno geopolítico y otro tecnológico”.
El lunes, el gobierno insistió en los beneficios que la inversión en rearme tendrá para la economía nacional; pero la incógnita que pesa sobre la nueva estrategia es cuánto puede permitirse gastar el Reino Unido en una época de dificultades fiscales.
Starmer ha prometido aumentar el desembolso británico hasta el 2,5 por ciento del producto nacional bruto, pagándolo utilizando recursos de la ayuda exterior. En declaraciones a la BBC, dijo que el Reino Unido necesitaba “seguir adelante a partir de ahí”, pero añadió que no podía fijar una fecha precisa para cuando esa cifra aumentara al 3 por ciento hasta que no estuviera seguro de cuál sería exactamente el origen del dinero.
En un comunicado, el gobierno dijo que su flota de submarinos de propulsión nuclear y armamento convencional se ampliaría significativamente, con hasta 12 unidades nuevas que serán construidas en el marco de una alianza de seguridad con Estados Unidos y Australia, conocida como Aukus, concebida para contrarrestar la creciente influencia de China.
A medida que Trump ha mostrado tener un menor compromiso con las alianzas militares lejanas, han surgido dudas sobre el pacto.
Chalmers dijo que el compromiso británico de construir más submarinos “no es una protección contra la desvinculación total de Estados Unidos. Pero puede proporcionar cierta seguridad frente a un escenario en el que Estados Unidos ya no esté dispuesto a exportar submarinos completos a Australia”.
El gobierno describió la nueva estrategia como un “cambio histórico en nuestra disuasión y defensa: pasar a la preparación bélica para disuadir las amenazas y reforzar la seguridad en la zona euroatlántica”.
La revisión también pedía que los jóvenes reciban educación en las escuelas sobre el papel de las fuerzas armadas, como parte de una “conversación nacional” cuya intención es reforzar la preparación del país para la guerra, y que se ampliara el número de cadetes en un 30 por ciento. La revisión sugiere que se introduzcan leyes que otorguen al gobierno más poderes de reserva en caso de una escalada hacia la guerra. Esto podría incluir planes para permitir la movilización de las reservas y el acceso a las infraestructuras del sector privado y a la industria.
En su intervención del lunes, Starmer se esforzó por reafirmar el compromiso del Reino Unido con la OTAN y la alianza transatlántica, una estrategia que ha seguido cultivando asiduamente con Trump en cuestiones de seguridad y comercio.
La revisión también sugería la compra de aviones de combate capaces de disparar armas nucleares tácticas, un posible presagio de una menor dependencia británica del paraguas nuclear estadounidense.
Mike Martin, legislador del partido Liberal Demócrata y veterano militar, escribió en redes sociales que los detalles de la revisión conocidos hasta ahora eran una “señal de que el gobierno británico ya no confía plenamente en que los estadounidenses se comprometan con la seguridad europea”.
Escribió: “La señal inequívoca son las armas nucleares lanzadas desde el aire”, y añadió que “esta es una capacidad clave que proporciona EE. UU. y que permite una escalada nuclear sin llegar a destruir Moscú con armas nucleares disparadas desde nuestros submarinos”.
Los gobiernos británicos han hecho revisiones de la defensa al menos una vez cada década desde la Segunda Guerra Mundial. La última se realizó en 2021 y se actualizó en 2023.
Robertson, que ahora es miembro de la Cámara de los Lores, contó con la ayuda de Fiona Hill, exasesora del primer gobierno de Trump, y Richard Barrons, exsubjefe del Estado Mayor de Defensa británico. Hill, nacida en el Reino Unido y experta en Rusia, surgió como una voz crítica abierta de la relación de Trump con Putin tras abandonar el Consejo de Seguridad Nacional en julio de 2019.
El tono del reciente documento contrastaba con el elaborado hace cuatro años, en el que el gobierno conservador de Boris Johnson prometía vincular más estrechamente al Reino Unido con Estados Unidos. Aquella revisión exponía la visión de Johnson de un “Reino Unido Global” posterior al brexit, que sus sucesores en gran medida descartaron y que Starmer ha sustituido con un esfuerzo por restablecer los lazos con la Unión Europea.
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