El discurso que Nixon tenía preparado en caso de que fracasara la expedición a la Luna

El documento, almacenado en la biblioteca y museo del ex Mandatario, establece una serie de pasos a seguir en caso de que los astronautas del Apolo 11 no pudieran volver con vida a la Tierra.

Corría julio de 1969 y las autoridades de Estados Unidos no querían dejar nada al azar en lo relativo a la expedición del Apolo 11 a la Luna, que buscaba poner por primera vez a un ser humano en el satélite. Tanto así, que el Gobierno ya tenía todo preparado en caso de que ocurriera un imprevisto y el proyecto fracasara estrepitosamente.

Así queda claro en un documento titulado «En caso de desastre lunar», almacenado en la Biblioteca y Museo Presidencial Richard Nixon, ubicado en Yorba Linda, California. El texto, con fecha 18 de julio de 1969, fue elaborado por el redactor de discursos del Mandatario, William Safire, con la intención de ser leído en caso de que los astronautas que pisaron la luna no pudieran retornar a la Tierra.

«El destino ha ordenado que los hombres que fueron a la luna a explorar en paz permanezcan en la luna para descansar en paz», parte el documento que homenajea a Neil Armstrong y Edwin «Buzz» Aldrin, quienes «saben que hay esperanza para la humanidad en su sacrificio».

Así, el escrito enfatiza que «estos dos hombres están dejando sus vidas en el objetivo más noble de la humanidad: la búsqueda de la verdad y la comprensión».

Los astronautas, asegura el discurso, «serán llorados por sus familiares y amigos; serán llorados por su nación; serán llorados por la gente del mundo; serán llorados por una Madre Tierra que se atrevió a enviar a dos de sus hijos a lo desconocido».

«En la antigüedad, los hombres miraban las estrellas y veían a sus héroes en las constelaciones. En los tiempos modernos, hacemos lo mismo, pero nuestros héroes son hombres épicos de carne y hueso.

Otros seguirán, y seguramente encontrarán su camino a casa. La búsqueda del hombre no será negada. Pero estos hombres fueron los primeros, y seguirán siendo los primeros en nuestros corazones».

«Por cada ser humano que mire a la luna en las noches venideras, sabrá que hay un rincón de otro mundo que es para siempre la humanidad», cierra el documento.

El texto también contiene una serie de instrucciones para antes y después de la lectura del discurso. Así, sostiene que, primero, Richard Nixon deberá llamar por teléfono a las viudas de los astronautas.

También había instrucciones para la ceremonia religiosa. El texto sostiene que «un clérigo debe adoptar el mismo procedimiento que un entierro en el mar, encomendando sus almas a ‘lo más profundo de lo profundo’, concluyendo con la Oración del Señor». Afortunadamente, ninguna de estas acciones fueron necesarias.

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